viernes, 15 de noviembre de 2013

La huelga de Inquilinos

Un hecho mítico en el relato de nuestras las luchas populares. La huelga de "la otra parte de la familia". La huelga de los inquilinos de 1907. Varias piezas teatrales tomaron el asunto en su argumento.

Ese año, la Municipalidad porteña había decretado un aumento de los impuestos inmobiliarios. Ni lerdos ni perezosos, los propietarios de los inquilinatos subieron los alquileres, que alcanzaron al 50% del salario obrero. 
La huelga se inicia en el conventillo “Los Cuatro Diques” de Ituzaingó 279 con un reclamo de rebajas del 30% en los alquileres, mejoras sanitarias, eliminar los tres meses de depósito y que los propietarios no tomaran represalias con los participantes del movimiento. 
A los pocos días ya se habían sumado 500 casas de inquilinato de la ciudad de Buenos Aires, que llegaron a 2.000 en todo el país. Se calcula en 100.000 los inquilinos que participaron de la huelga, negándose a pagar el alquiler.
Los patrones, rápidamente organizados en su Corporación se negaron a atender las demandas y redoblaron la presión para ejecutar los desalojos.

Como se ve en la imágenes, lejos de las habituales movilizaciones obreras, las mujeres y los chicos, la otra parte de la familia, que es la que estaba en las piezas durante el día; fueron esta vez los principales protagonistas de la organización de esta huelga, agitando y desarrollando la autodefensa frente a los intentos de desalojo. Los pibes, blandiendo las escobas “para barrer la injusticia de este mundo”, salían a las calles de conventillo en conventillo, marchando y sumando voluntades.
Hubo enfrentamientos en varios inquilinatos, lográndose en algunos impedir los desalojos. Desde los pisos altos del conventillo caían piedras y agua caliente sobre la policía y los oficiales de justicia.
El Estado aplicó la represión a fondo. Utilizó la nefasta “ley de residencia” por la que se podía expulsar a los inmigrantes que participaran en huelgas,
En una de las marchas, el tristemente célebre jefe de Policía Ramón Falcón mandó abrir fuego contra los huelguistas, allí cayó el joven Miguel Pepe, de 17 años. Más de 5.000 personas acompañaron el cortejo fúnebre.



miércoles, 30 de octubre de 2013

Gran inmigración

La gran inmigración



1- ¿Cuáles fueron las causas por las que los inmigrantes abandonaron sus países a fines del siglo XIX?
2- ¿Qué esperaban encontrar en Argentina?
3- ¿Qué hizo el gobierno argentino para fomentar la inmigración?
4- ¿Qué son los conventillos? ¿Cómo son?

lunes, 3 de junio de 2013

Los reducidores de textos

Todos, chicos y grandes, y muy especialmente los que habitamos en las ciudades, estamos acostumbrados a vivir rodeados de objetos, objetos inventados por nosotros mismos, claro. Muchos de estos objetos nos son muy útiles, nos ayudan y facilitan nuestros trabajos. Pero otros, en cambio, no sólo no sirven para nada sino que, más bien, resultan un estorbo. ¡Y hasta hay algunos objetos que pueden llegar a convertirnos en sus esclavos! Como por ejemplo, la gente que se pasa todo el tiempo pendiente del auto o los que son esclavos de la moda, o del último refresco que nos muestra la tele.
Vivimos en una sociedad de consumo. Una sociedad de consumo es la que inventa necesidades a la gente. Porque nadie necesita de verdad una peladora de plátanos. Ni tampoco el último refresco que muestra la tele. Una sociedad de consumo le hace creer a la gente que sólo va a sentirse bien si compra, si gasta, si derrocha.
Por supuesto que en una sociedad de consumo, los que tienen dinero pueden comprar y consumir lo que les muestran en la tele, en las revistas, en los carteles de la calle. Pero hay personas que no están en condiciones de hacer esos gastos y, aunque parezca que todos podemos consumir lo que se ofrece, no es cierto.
Hay necesidades de las personas que son verdaderas y son las que tienen que ver con los derechos de todos. En cambio, otras necesidades son inventadas porque tienen que ver con la sociedad de consumo, es decir con las cosas inútiles.
Un problema es que, cuanto más se consume, más basura se hace. Antes se hacía menos basura porque todo servía, todo se arreglaba y se volvía a usar. Ahora, en cambio, la mayoría de los envases son desechables. Y no sólo los envases; muchos objetos como platos, vasos, pañales, manteles, servilletas, pañuelos, relojes...
La basura es un problema cuando no hay modo de deshacerse de ella. Sobre todo cuando es basura contaminante y peligrosa como la basura radioactiva. Y no siempre hay leyes que estén preparadas para defendernos de esas cosas o, muchas veces, no se cumplen. Habría que esperar que los hombres se den cuenta de que la Tierra es la casa de todos y que entre todos la tienen que defender porque, si seguimos así, ¡no hay Tierra que aguante!